-Sí, señor; eso mismo pienso yo.
-¿Y tú la aborreces?...
Nela estuvo callada un momento. Después, cruzando los brazos, dijo con vehemencia:
-No, señor; yo no la aborrezco, sino que la deseo.
-¡A buena parte ibas a buscarla!
-Yo creo que después que uno se muere tiene lo que aquí no puede conseguir... Si no, ¿por qué nos está llamando la muerte a todas horas? Yo tengo sueños, y, soñando veo felices y contentos a todos los que se han muerto.
-¿Tú crees en lo que sueñas?
-Sí, señor. Y miro los árboles y las peñas, que estoy acostumbrada a ver desde que nací, y en su cara veo cosas...
-¡Hola, hola!... ¿También los árboles y las peñas tienen cara?...
-Sí, señor... Para mí, todas las cosas hermosas ven y hablan... Por eso cuando todas me han dicho: «Ven con nosotras, muérete y vivirás sin penas...», yo...
?¡Qué lástima de fantasía! ?murmuró Golfín-. Alma enteramente pagana?.