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Los bosquimanos

Obra: Razas y costumbres

Autor: W. G. Foster

Tipo de texto: Expositivo


Como los hombres del Paleolítico Europeo, los bosquimanos habitan en cuevas cuya entrada protegen del viento y de las lluvias con unas cuantas ramas. Caso de no hallar una caverna a propósito, excavan un foso en el suelo, con piedras a su alrededor y unas ramas con una piel que sirven de techo. Apenas cabe en él una sola persona doblada para dormir. Otras veces construyen simplemente una mampara circular con ramas, en el interior de la cual extienden una piel para acostarse.

Los útiles domésticos de los bosquimanos no pueden ser más escuetos: algunas cáscaras de huevo de avestruz para el agua, un palo puntiagudo atravesado en una piedra agujereada, que utilizan para excavar la tierra y algunos arcos y flechas, así como un cuchillo de piedra, que llevan consigo los hombres cuando van de caza. El vestido y el adorno personal tienen también el mismo carácter carencial que los útiles: los hombres suelen llevar una pequeña piel sobre la espalda, aunque no siempre, y las mujeres la misma pieza, aunque un poco mayor, que la utilizan más para llevar a los pequeños que para cubrirse.

Para encender el fuego utilizan todavía el sistema de taladro, haciendo rodar con rapidez la punta de un palito sobre un trozo de madera hasta que el calor prende el serrín producido. Resulta tan difícil alcanzar la temperatura necesaria para prender el fuego, que tienen que pasar larguísimos ratos produciendo este frotamiento, por ello cuando lo consiguen procuran conservarlo, e incluso transportarlo en sus movimientos trashumantes, cuidando con extrema atención el leño prendido; incluso llegan a detener la caravana si el fuego corre peligro de apagarse.

El arma principal de los bosquimanos es el arco y las flechas. Este utensilio no es más que un corto palo, flexible, tensado con una cuerda de nervios de animal, que si llega a mojar se ablanda y destensa el arco, con lo cual hace imposible cazar con él en tiempo de lluvia. Las ligeras flechas son impulsadas por este medio a tan poca distancia y con tan poca precisión que sus usuarios se ven obligados a envenenar la punta y a acercarse mucho a la pieza para poder matarla.

Por medio del arco construyen asimismo su instrumento musical más notable. Consiste en atar una pluma a la cuerda y luego soplar en ella para que produzca un sonido suave y monótono. Aunque también utilizan flautas muy elementales de caña e improvisados tambores.

Un pueblo, que vive exclusivamente de la caza y de la extracción de raíces comestibles, pocas herramientas más puede necesitar que las ya citadas.

En sus danzas sin embargo lucen toscos sonajeros de piel formando bolsitas con piedras dentro; así marcan el ritmo de la danza en la que suelen imitar los movimientos de diversos animales con una perfección imitativa admirable. En estos casos suelen disfrazarse del animal que desean imitar.

El gran fenómeno de las lenguas bosquimanas es la utilización de cierto número de chasquidos o sonidos bucales en los que no intervienen para nada las cuerdas vocales. La verdadera naturaleza de estas lenguas fue totalmente desconocida hasta hace cosa de cincuenta años; a partir de entonces se ha podido descubrir que se trata de una lengua con diversos dialectos, monosilábica, que carece de género gramatical; en cambio, hace distinción equivalente entre las cosas y las personas. Tiene también una peculiar forma de hacer el plural, reduplicando el nombre que se quiere pluralizar.

Aparte de los chasquidos, las otras características de esta lengua hace pensar en cierta semejanza estructural con las sudanesas.