La sangre
Obra: ¿Es roja mi sangre? | Autor: Anita Ganieri | Tipo de texto: Expositivo | Etapa: Primaria | Lecturas: 1330
Compartido por: @sabad el 2011-05-10
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La sangre es un líquido rojo y pegajoso que circula todo el tiempo por el interior de tu cuerpo. Más de la mitad de tu sangre está formada por un fluido acuoso llamado plasma pero si miras una gota de sangre a través de un microscopio, verás que ese plasma tiene montones de pequeñas partículas flotando en él: son tus células sanguíneas que fabrican algunos de los huesos largos de tu cuerpo.

Las células sanguíneas rojas tienen un compuesto especial llamado hemoglobina. En tus pulmones, el oxígeno del aire que respiras se pega a la hemoglobina, lo que le da el tono rojo brillante a tu sangre. Después, la sangre lleva este oxígeno por todo tu cuerpo, que lo necesita para funcionar.

El oxígeno se mezcla con los alimentos que comes para darte energía. Cuando el oxígeno se usa, la sangre se vuelve azul-púrpura.

Tus células sanguíneas blancas tienen ese color vistas por un microscopio, pero no son realmente blancas: están hechas de una sustancia transparente, como gelatina. Las células sanguíneas blancas son de mayor tamaño que las rojas y ayudan a tu cuerpo a destruir los gérmenes perjudiciales que pueden provocar enfermedades.

Algunas células blancas de la sangre rodean a los gérmenes y los devoran enteros. Otras células blancas fabrican sustancias químicas que se adhieren a los gérmenes y los matan. Las plaquetas son células diminutas, más pequeñas incluso que las células rojas, que ayudan a tu sangre a coagularse cuando te cortas. Esto impide que sangres demasiado. Las plaquetas forman tapones duros y resistentes que protegen la herida mientras tu piel se cura.

Tu sangre circula por el cuerpo a través de tubos muy finos llamados vasos sanguíneos. Las arterias son los vasos sanguíneos que llevan la sangre del corazón a todos los puntos de tu cuerpo. Tienen paredes gruesas para que esta no se salga; estas paredes son además muy elásticas, y así no se rompen con la fuerza de la sangre que circula por ellas.



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