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El paisaje cambia de color

Obra: Periódico

Autor: Juan Antonio Gordon

Tipo de texto: Descriptivo


Con retraso, como el Canfranero, pero aquí está, inevitable, esperado. El otoño ha llegado tarde, tras un verano extremadamente caluroso y seco. Hasta hace unos días, el viajero podía sorprenderse al encontrar en pleno Pirineo, un ambiente más parecido a la primavera, unos colores poco habituales para septiembre. Pero ya comienzan a secarse las hojas de los chopos y de sus compañeros del bosque, aunque ellas amarillentas, permanecen todavía amarradas a los árboles, en una especie de último y desesperado intento por no caer. Es tiempo de migraciones, con los abejarucos y las palomas torcaces buscando su destino. Y es el momento para aprender nombres tan desconocidos en la ciudad como el gordolobo, la boca de dragón, el serbal, el espino blanco, la brecina, los arrendajos, los acónitos, la cardonera....

En la ciudad el otoño tiene el aspecto de vuelta al cole, de días de lluvia atrapados en un atasco, de melodramáticas rupturas amorosas. En el campo, con sus escuelas también abiertas y bajo la misma lluvia, el otoño no es gris, sino rojo, amarillo, dorado. Desde las alturas o a ras de suelo, lo que en la ciudad es melancolía en la montaña es vida.