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De la albarca...al novillo

Obra: Cuentos populares rusos

Autor: Afanasiev

Tipo de texto: Narrativo


Iba la zorra por un camino y se encontró una albarca. Al llegar la casa de un campesino, le pidió:

--¿Me dejas pasar aquí la noche?

--No puede ser, zorrita. No tenemos sitio.

--¡Pero si yo necesito muy poco sitio! Me acuesto encima de un banco, y el rabo lo meto debajo.

Por fin la dejaron pasar allí la noche, y entonces dijo:

--¿Podría dejar mi albarca donde tenéis las gallinas?

Hicieron lo que pedía, pero la zorra se levantó por la noche y tiró la albarca. A la mañana siguiente se levantaron, la zorra pidió su calzado, y los amos de la casa tuvieron que decirle:

--Pues ha desaparecido, zorrita.

--Entonces - exigió la zorra -, tendréis que darme una gallinita por él.

Agarró la gallinita, fue a otra casa y pidió que metieran a su gallinita con los gansos que tenían. Por la noche escondió la gallinita y a la mañana siguiente hizo que le dieran un ganso. Llegó a otra casa, pidió que la dejaran pasar allí la noche y metieran a su gansito con los corderos. Valiéndose de la misma artimaña obtuvo un cordero por el ganso y se presentó en una casa más. Se quedó a pasar allí la noche y pidió que metieran a su corderito con los novillos de los amos. Durante la noche, la zorra robó el corderito y a la mañana siguiente pidió que le dieran un novillo en su lugar.

La zorra mató a todos los animales que tenía -a la gallinita, al gansito, al corderito y al novillo- y escondió la carne. Luego rellenó el pellejo del novillo con paja y lo dejó en medio del camino.

En esto vio venir a un oso y a un lobo y les dijo:

--¿Por qué no os hacéis con un trineo y nos vamos a dar un paseo?

El oso y el lobo robaron un trineo y un cabezal, engancharon al novillo y se montaron en el trineo. La zorra se dispuso a conducirlo y gritó:

--¡Arre, arre, novillito, de paja rellenito! El trineo es robado y el cabezal también. ¡Arre de una vez!

Como el novillo no se movía, la zorra se apeó del trineo, gritó:

--¡Ahí os quedáis, so pánfilos! - y se marchó.

El oso y el lobo, encantados de la presa que les había quedado, se pusieron a pegarle dentelladas al novillo hasta que se dieron cuenta de que no era más que el pellejo relleno de paja. Sacudieron la cabeza y se largaron cada uno por su lado.