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Lección involuntaria

Autor: Fernando Aramburu

Tipo de texto: Argumentativo


No es mi propósito juzgarlo. Y, si tal fuera, recibiría de antemano mi absolución. Pero el recuerdo viene cuando quiere y no es raro que me traiga escenas nítidas, intactas, de aquellos sábados hogareños de mi adolescencia en los que él representaba un papel penoso. Tras la cena, sentados mi madre y yo en la sala, mirábamos algún programa de televisión en blanco y negro. Alrededor de las once, a veces más tarde, lo sentíamos introducir con distintos grados de torpeza, según la cantidad de alcohol que hubiese ingerido, la llave en la cerradura.

Entraba por fin en casa, a menudo hablando sólo con dicción borrosa, la mirada turbia, el gesto aturdido y culpable. Trascendía de él una intensa fetidez de borracho. Su aspecto me causaba no sólo repugnancia, sino algo, por humillante, más doloroso: un sentimiento de íntima vergüenza ante su manifiesta degradación, conocida por todo el vecindario.

De camino a la cama se detenía, tambaleante, a nuestro lado, farfullando, para congraciarse con nosotros, demostraciones serviles de ternura. Y aniquilaba mi último designio de ver un modelo, no digamos un héroe, en la figura paterna, cuando se escudaba en el pueril embuste de haber bebido poco.

Trabajaba largas horas diarias en la fábrica y era bondadoso, incapaz de violencia. Por eso lo quise; por eso él es en mi recuerdo, ahora que desdichadamente no puedo decírselo, el héroe modélico que no era. De sus debilidades ostensibles nació mi voluntad de no sucumbir ni entonces ni después a la tentación de la bebida, de las sustancias estupefacientes; en fin, de cualesquiera paraísos artificiales a los que profeso desde mi juventud desconfianza profunda y rechazo, no tanto por ser artificiales como por no creer que haya en ellos un adarme de paraíso.