25N
El diario azul de Carlota (fragmento)
Obra: El diario azul de Carlota | Autor: Gemma Lienas | Tipo de texto: Narrativo | Etapa: Secundaria | Lecturas: 1470
Compartido por: @sabad el 2023-11-08
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Me repantigo en el sofá para ver el telediario, y dos minutos después siento, por decirlo de forma poco trágica, que el mundo está enfermo.

—¡Espantoso! —dice mamá.

—¡Qué horror! —dice Marcos.

Es evidente que el ánimo de mi madre y el de mi hermano sintonizan con el mío. Hay que ver, que sólo dos minutos basten para dejarnos la moral bajo cero. Dos minutos, los necesarios para que los titulares con que abren los telediarios nos hayan avanzado imágenes e informaciones para poner los pelos de punta.

Las tres primeras noticias son de violencia doméstica, dice la presentadora.

—Violencia de género —rectifica mamá, que ya lo hace de vez en cuando esto de corregir a todas las personas que hablan en la tele. Y añade—: Después os lo cuento.

La presentadora prosigue explicando que entre el sábado y el domingo ha habido en España tres mujeres muertas a manos de sus parejas, ya fuera el marido, compañero sentimental, novio o ex. A una, de veintinueve años, el asesino la ha matado de una paliza. Dice el tío que estaban discutiendo y que se le ha ido la mano, pero que no tenía intenciones de matarla.

—No, si ya se ve, ya —dice mamá con voz de acero—. Intentaba resolver el conflicto pacíficamente, ¿verdad?

A otra, de cuarenta y tres años, continúa la presentadora, el asesino la ha estrangulado con el cinturón. En las imágenes del reportaje, un periodista acerca el micro a un vecino, que se apresura a dar su opinión: la mujer chateaba, y el marido, convencido de que se había enamorado de otro por Internet, la ha liquidado.

Mosqueada, miro a mamá. Como no dice nada, lo suelto yo:

—¡Vaya jeta! —exclamo—. Aunque sea verdad, el telediario no tendría que emitirlo, ¿no crees? Es un disparate poner la alcachofa en la boca del primero que pasa...

—Tienes razón. Planteada de esta manera, la información induce a interpretaciones retorcidas. Muchas personas seguro que ya tienen en la cabeza, aunque sea de forma involuntaria, la idea de que él la ha matado, sí, pero que ella, al provocarlo, se lo ha buscado.

Tercera noticia: una chica de dieciocho años ha sido hallada muerta en su casa con un cuchillo clavado en el corazón y signos evidentes de haber sido violada. Las pruebas inculpan al novio, la última persona con quien fue vista. El novio dice que no puede afirmar ni desmentir que haya sido él; que no se acuerda de nada porque iba ciego de alcohol y cocaína.

—Muy cómodo eso de no acordarse, ¿no?

—¡Y qué burro el tío! —dice Marcos—. No sé por qué lo confiesa. Si tienes un accidente de coche y encima das positivo en la prueba de alcoholemia, ¡estás perdido! Te cae un puro más gordo que si no estuvieras colocado. Y a él le pasará lo mismo...

—Pues no —aclara mamá—. En este caso, la cocaína y el alcohol serán atenuantes y no agravantes.

Marcos me mira, perplejo. Yo también lo estoy. Mamá hace un gesto para que nos callemos.

Más noticias de este fin de semana: dos coches bomba en Bagdag, con el resultado de ciento veinticinco muertos y un montón de heridos.

—Los efectos colaterales de la guerra de Irak [...]—digo.

—Al paso que van, pronto no quedará nadie vivo en ese país.

[...]

Y todavía más noticias terroríficas: el huracán Katrina ha devastado la ciudad de Nueva Orleans. Más de diez mil personas —por cierto, todas negras, todas pobres— están esperando a que las saquen del centro de convenciones donde las obligaron a refugiarse antes de que la ciudad desapareciera bajo las aguas cuando los diques de contención del lago Pontchartrain y del río Misisipí se rompieron. Llevan tres días sin agua potable, sin comida, sin ningún tipo de higiene, sin información, totalmente abandonados a su suerte...

—Como si estuvieran en el tercer mundo —explica Marcos.

—Ya ves, hay zonas de Estados Unidos que lo son, y personas que viven en condiciones muy precarias en el país más rico de la Tierra —comento yo.

—Y en París —dice mamá señalando la pantalla, que muestra ahora la imagen de un hotel en llamas.

La presentadora cuenta que el fuego comenzó probablemente por culpa de un cortocircuito. Parece ser que las instalaciones eléctricas de algunos establecimientos hoteleros de baja categoría son antiguas y roñosas. Y también, que en estos edificios casi ruinosos es donde el gobierno instala a los y las inmigrantes, de modo que entre las doce personas muertas, no figura ni una francesa, ni de piel blanca, ni rica.

—Y en lo que llevamos de verano ya van tres incendios colosales —digo yo. Y me estremezco sólo de pensar en la cantidad de niños y niñas que se han quemado este agosto en la capital francesa

— ¡Cuánta violencia! — suspira mamá.



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